Herencia Divina

Haya pues en vosotros esta actitud que hubo en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no considero el ser igual a Dios como algo a que aferrarse, sino que se despojo a si mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humillo a si mismo, haciéndose obediente hasta muerte, y muerte de cruz.

Filipenses 2:5-8

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Hoy hablaremos del legado, pero tal vez no sepamos de qué se trate. Bueno, ¿qué es el legado? El legado es una herencia, pero no hablo de dinero o bienes materiales, el legado del que hablaremos hoy o que nos concierne a nosotras como mujeres bíblicas es lo que debemos dejar en el corazón de los que caminan con nosotras, puede ser nuestros hijos biológicos o espirituales, jovencitas, amigas, etc.

¿Qué hay almacenado en tu corazón y en tu mente que quieras dejar como herencia a las siguientes generaciones? No sé si alguna vez te hayas hecho esta pregunta, pero creo que es de suma importancia. Seguro no querremos heredarles las cosas que no nos gustan de nosotros como los celos, la envidia, los pleitos, el mal humor, la pereza, etc. y créeme eso no necesitamos enseñarlo, vienen muchas veces incluidas. Pero si debemos ir constantemente ante el trono de Dios y rogar para que nuestras vidas sean útiles para su gloria y esta es una buena forma.

Volvamos a nuestro versículo clave de hoy, Filipenses 2:5-8, Jesús nuestro mayor ejemplo, dejo todo lo que tenía y quien era (Rey y Señor del universo) para venir a la tierra a hacerse hombre y servir, dejarnos la mejor herencia que una persona puede recibir: la vida eterna; pero el punto es ¿cómo podemos nosotras heredar o legar las maravillas del evangelio? La clave puedes encontrarla en este versículo, “haya pues en nosotras el mismo sentir que hubo en Cristo”, es decir, al igual que Cristo debe haber en nosotras el sentir de servicio, abnegación, dependencia de Dios, e ir más allá de lo que creamos que somos capaces.

El legado es algo de lo que hablaremos seguido por aquí, ya que es algo sumamente importante en mi corazón, Dios me lleva mucho a meditar en ello. La mayor manera de legar es con el ejemplo, tal como Jesús, por eso en lo posible siempre procuro que lo que digo vaya acompañado de lo que hago, porque se olvida lo que se dice, pero lo que se hace, eso marca las mentes y corazones.

De mi abuelita siempre recuerdo (está viva pero vive lejos) que siempre en su casa llegaban muchas personas de visita, y eran muy bien atendidos, no recuerdo que me dijera Andrea a las visitas las debes atender bien, pero si recuerdo su esmero para que las personas se sintieran como en sus propias casas, siempre le escuchaba decir donde comen dos comen tres, muy generosa, eso lo aprendí de mi abuela Emma, marco mi vida y ahora como madre lo transmito a mi hija.

En casa siempre hay lugar para el que quiera venir, hemos recibido hermanos en la fe que no conocíamos personalmente, tal vez mi abuela no se dio cuenta que me había dejado un legado con su ejemplo y que marco tanto mi vida que hoy por hoy puedo decir que tal vez mi hija Sara sea una futura mujer hospitalaria, ya que es un gozo para nuestra familia tener visita en casa. Es una manera de servir, de compartir el evangelio y de dejar huellas en los corazones, un legado. Tal vez lo tuyo no sea el de tener tu casa llena, aunque si debemos ser hospitalarias, hospedadoras, a eso nos llama el Señor, tal vez lo que a ti te viene bien sea cocinar, o dar buenos consejos, tal vez orar, entonces esa puede ser una idea de legado; si tienes hijas, tienes la tarea de hacer de ellas mujeres piadosas, que sepan ocuparse de sus familias como dice Tito 2:3-5, pero si no las tienes seguramente tienes sobrinas, amigas o alguna jovencita para enseñarle a hacer un deliciosa torta o darle un sabio consejo, o compartir la belleza del evangelio, eso es un legado, en otra ocasión les contare, de personas como mi abuela Emma que marcaron mi vida a través de los años, dejando en mi el deseo de imitar lo bueno que veía en ellas.

Seguramente tú también tienes historias como las mías, entonces, te animo a que pienses que legado puedes dejar a las siguientes generaciones, has una lista de cosas que te gustaría transmitir, ora para que Dios te guie y sobre todo para que en todo Él sea glorificado Col. 3:23; ora también para que Dios te permita tener personas para caminar juntas. Y recuerda que la mejor Herencia que podemos dejar siempre es con nuestro ejemplo.

Andrea Reyes de Vasquez.

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