La Mayordomía a la que soy llamada
Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes. 2 Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto.
Romanos 12:1-2
Como creyentes estamos conscientes que la Palabra de Dios es nuestra mayor fuente de autoridad y que en ella encontramos no solo vida para nuestras almas, sino lo más importante, aprendemos a conocer a Dios, y cuál es su voluntad para nosotros, la cual es buena, agradable y perfecta.
Han escuchado que Dios nos ha hecho mayordomos de todo lo que nos ha dado, la familia, el trabajo, la salud, el cuerpo, el dinero, etc. y como mayordomos debemos hacer buen uso de todo ello, para no cargar con las consecuencias por nuestro descuido.
Hoy estaremos hablando de un tema muy importante y es la mayordomía de nuestro cuerpo. En estos tiempos donde todo es tan instantáneo, donde menos esfuerzo es mejor, donde somos tan inconformes y tan desagradecidos con todo lo que tenemos, donde los estándares del mundo han entrado a la iglesia y hoy toma más importancia como me veo exteriormente, que lo que realmente es importante, cómo soy y estoy en el interior.
Debemos cuestionarnos con el filtro de la Palabra de Dios. El apóstol Pablo nos lleva a la realidad de todas las épocas, ya que los humanos tenemos esa tendencia muy natural de adaptarnos muy fácilmente, pero como dice el texto de hoy “no se adapten a este mundo”, no debemos moldearnos a este siglo, sino que por el contrario nuestra mente debe renovarse, para que verifiquemos que es lo verdaderamente bueno.
Pero ¿qué quiere decir eso de renovar nuestra mente? Quiere decir que los creyentes debemos vivir en una total y consciente obediencia que vivimos para la gloria de Dios. De ahí la importancia de renovar nuestra mente constantemente con su Palabra, para recordar a nuestros corazones lo que sí agrada a Dios.
Entonces ¿quiere decir esto que como mujer cristiana, no debe importarme cómo me veo exteriormente? De ninguna manera, somos mayordomos de nuestro cuerpo y de todo nuestro ser, así que somos llamadas a cuidar todo lo que Dios nos ha dado, incluyendo nuestro cuerpo, pero nuestro aspecto siempre debe ir sujeto a las normas de Dios.
El mundo ha tomado tanta influencia aun en medio de los creyentes que hoy se recurre a cirugías estéticas para arreglar complejos de autoestima, llenos de vanidad, de falsedades, de falsa aceptación y tantas otras mentiras que Satanás a maquinado en las mentes; muchas caemos en ello; olvidamos en donde está nuestro valor y lo que hemos costado, la sangre del precioso Hijo de Dios. Pero Dios que es rico en misericordia, siempre nos está recordando su palabra, la única que es verdad la cuál renueva mentes y cambia los corazones; porque de ahí viene el problema, una vez más el corazón, pecaminoso y engañoso.
Siempre se prefiere la facilidad, a la perseverancia y disciplina, al comer sano y hacer ejercicio con el único motivo en mente de cuidarnos por salud, todo esto es menos tentador que recurrir a una cirugía estética sin medir consecuencias, riesgos a largo y corto plazo, muchas veces por la influencia y aceptación de otros, por miedo de que tu esposo no te ame, o dejes de gustarle, por ejemplo, es una triste realidad, pero qué nos dice la Palabra de Dios al respecto de lo que que toda mujer debe tener en mente:
“Que el adorno de ustedes no sea el externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, 4 sino que sea lo que procede de lo íntimo del corazón, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios. 1 Pedro 3:3-4
Sí, por supuesto que debemos cuidarnos, por ejemplo en cómo nos alimentamos, con sabiduría y dominio propio, pues el no hacerlo también es pecado como dice (Santiago 4:17). Pero sobre todo debemos cultivar un corazón tierno y enseñable, buscar a Dios, renovar nuestra mente y corazón con su Palabra, recordar cuál es nuestro valor en Dios, no en los estándares de este mundo que son pasajeros.
Mi amada hermana, cuando el enemigo de nuestras almas, el mundo o tu corazón engañoso, traiga a tu mente que tu valor está en cómo te ves, en si tienes la cintura bien marcada o que tu aspecto es lo que va darte un lugar en medio de este mundo, déjame decirte lo siguiente: no escuches, examina tu corazón, que es lo que realmente te motiva, renueva tu mente con su palabra y recuerda que eres mayordomo de lo que Dios te ha dado, cuídalo como se debe, eres hecha a la imagen de Dios, ahí está nuestro valor, vive en una obediencia consciente y que todo lo que tienes, incluyendo tu cuerpo, sea para Su gloria.
Pronto estaremos compartiendo el testimonio de mi amada amiga Johanna Schneider sobre la verdadera Belleza, su testimonio personal que profundiza de una manera práctica lo dicho anteriormente.
Bendiciones.
Andrea Reyes de Vasquez.