El plan perfecto de Dios para mí y para ti

Amado, no imites lo malo sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios.

3 Juan 1:11 

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En la actualidad, como ha sido desde el inicio de nuestra fe, los cristianos estamos viviendo momentos difíciles, donde vivir el verdadero evangelio tiene un alto precio, como puede ser la burla, el rechazo de familiares, amigos, colegas etc., la persecución e incluso hasta la muerte. Ir en contra de la cultura es un gran reto, cuánto más en estos tiempos postmodernos que nos llevan a vivir una vida acelerada, y que han traído consigo un empoderamiento erróneo de la mujer completamente opuesto al verdadero diseño de Dios para nosotras.

En nuestros días, es raro o fatídico el quedarse en casa a tiempo completo criando a los hijos, ser ama de casa, o en caso tal de que las circunstancias no permitan un tiempo completo para el hogar y debamos trabajar, darle toda nuestra prioridad y atención a este, pero no debemos olvidar que en realidad eso es parte de nuestro rol o llamamiento dado por Dios mismo, es el principal; sé que esto puede ser chocante para algunas mujeres de este siglo, a quienes lastimosamente se les ha lavado la mente con la modernidad, la cultura, el deseo de superación y el empoderamiento, lo cual finalmente cumple su propósito, llevar a la mujer fuera de casa y abandonar sus hogares, lo cual aplica también para las solteras quienes abandonan el servicio, entrega y temor al señor, la sujeción a sus padres y el servicio a otros, por la mentira camuflada de paraíso que ofrece el mundo, descuidando así lo que realmente vale la pena y donde su presencia es esencial, el hogar, sus hijos y el cuidado que ellos necesitan.

Al llegar a Francia y sin saber el idioma, Dios me proveyó un trabajo para cuidar a unas niñas de cuatro y dos años y medio, con las que trabajé durante 8 años y las que se volvieron con el tiempo parte de mi familia, con ellas aprendí francés y ellas conmigo español, como también todo lo que concierne al cuidado de los niños, pasaban la mayor parte del tiempo conmigo, yo me ocupaba de la comida, la ducha, las tareas etc. e incluso se quedaban largos periodos en mi casa cuando sus padres estaban de viaje; Dios utilizó ese tiempo para prepararme para el cuidado de mi hija, aunque el instinto nos lleva a hacer las cosas con mucho amor, cometemos menos errores cuando ya conocemos del tema, por lo menos no le coloque la parte de atrás del pañal hacia adelante y puede que suene chistoso, pero hay tantas mujeres que se casan sin jamás haberse ocupado de niños, sin saber de las labores del hogar, ya que poco o nada se transmite por otras mujeres dejando de lado el mandato de Dios en su Palabra dado en Tito 2:3-5.

Muchas veces por la influencia y presión de nuestra cultura, por el racionalismo y vanas filosofías somos contagiadas o llevadas a hacer cosas pecaminosas que nos alejan del diseño perfecto de Dios, como el de ser ayuda idónea, criar hijos piadosos, servir en nuestras iglesias incluso donde nadie nos vea pues lo importante es que lo vea Dios.

Puedo decir que desde que he conocido las verdades de Dios en cuanto a nuestro diseño, me siento libre, agradecida por lo que el Señor planeó para nosotras, por nuestro honroso rol, lo que fuimos llamadas a ser y hacer. Personalmente, ocuparme de mi casa con gozo y dedicación es uno de los cambios más palpables de Dios en mi corazón, poder dejar el lugar a mi esposo de líder y apoyarlo en las decisiones, sujetándome, respetando y honrando; doy gracias a Dios porque no se me ha hecho difícil, al contrario, es un gozo para mí criar a mi hija y enseñarle a ser una mujer piadosa, que a su vez va a ocuparse de su casa, de su familia, que va a enseñar a otras y vivir con libertad la feminidad bíblica.

Enseñar a otras mujeres jóvenes el verdadero diseño de Dios es un honor, aunque todavía estoy aprendiendo, ya que por mucho tiempo estas verdades no las conocía, pero el poder compartir aun mis errores y aprender de ellas es un regalo de Dios. Lucho y oro para que Dios me haga una mujer enseñable y no permita que mi pecado vaya más rápido que lo que mi corazón desea agradarle y vivir al margen de lo que Diseñó para mí y para ti, GRACIAS a nuestro buen padre por hacernos mujeres dadoras y sustentadoras de vida, a que gran reto hemos sido llamadas.  

“Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. Tito 2:3-5”

Andrea Reyes de Vasquez.


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