Soy Perdonada
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2 Corintios 5:17
Todos los seres vivos tenemos una historia que empieza el día en que nacimos y termina cuando partimos de esta tierra, a lo que llamamos comúnmente la vida, donde cada una de las vivencias dejan huellas impresas en los corazones. Hoy voy a compartir un poco de mi historia, estoy segura que es la parte principal de ella, el momento en que el Señor vino a mi rescate. Todos tenemos muchas historias que hacen parte de esta gran historia de nuestra vida. Seguramente contaré algunas por aquí.
La biblia es clara cuando nos muestra la condición de pecado en la que vivimos, caminando lejos de Dios, Colosenses 2:13 en realidad dice que estamos muertos y sin esperanza, totalmente condenados, ya que Dios es un Dios Santo, Santo, Santo, Él está completamente separado del pecado, y solo a través de Cristo podemos acercarnos a Él, no hay ningún otro medio: “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre. 1 Timoteo 2:5.” Así me encontraba yo, muerta, lejos del Señor; crecí creyendo que Dios existía por las tradiciones de mi familia o lo que me contaron, pero no recuerdo que me hayan leído nunca la biblia siendo niña, es más no recuerdo haber visto una en casa.
Me crié sola con mis madres (si, leyeron bien) mi mamá y mi nana que se convirtió en mi segunda mamá. No tuve la oportunidad de compartir mucho con mi padre, el hecho de no haberme criado con una figura paterna no fue fácil para mi, y aunque mi mamá rehízo su vida, cuando yo era adolescente, creo que para ese tiempo ni él (la pareja de mi madre) ni yo estábamos preparados para ser una familia, fue un tiempo difícil para todos. Y si agregamos a aquello, el hecho de que mi mamá trabajaba mucho fuera de casa, creo en mí, muchas inseguridades, miedos, rebeldía, dificultad con el rechazo (algo con lo que sigo luchando).
Llegué a una adolescencia sin Dios y sin ley como dicen algunos, trayendo consigo consecuencias vergonzosas, pero por Gracia de Dios perdonadas. Entre ello dos intentos de suicidio, creo que algunos se sorprenderán al leer esto, ya que siempre fui y soy muy alegre, siempre tengo una sonrisa en mi rostro y si algo me pasa los que me conocen bien, fácilmente lo notan. Entendí que es literalmente lo que el pecado hace en un corazón no regenerado y lejos de Dios, lo que lo destruye. Así era mi vida; detrás de mi sonrisa, siempre hubo un vacío en mi corazón, que solo Dios pudo llenar (Eclesiastés 3:11).
Después de hundirme hasta el fondo y sin esperanzas, pensé que la única salida era terminar con mi vida, la culpa de mis actos me había llevado a una tristeza horrible, era demasiado pesada, aunque lo escondí mucho tiempo, no sabía a dónde ir, dónde buscar, así que grité al cielo “Dios si eres real, si existes, ¡sácame de aquí!” Ahora que entiendo mejor el evangelio sé que no fue por el grito que pegué al cielo que fui rescatada, fue solo por su Gracia, por su infinita misericordia, su plan establecido desde antes de la fundación del mundo. Su plan perfecto de enviar a Jesús a tomar mi lugar, a pagar el precio de mi culpa y otorgarme a través de la fe en Él, el perdón de mis pecados, libertad de la culpa, además de vida eterna.
Las cosas no se arreglaron inmediatamente, eso no funciona así, necesitaba un real encuentro con mi Señor. Un cambio en mi corazón y convicción de mi pecado. Seguí con mi vida desordenada, lejos de Dios y vacía, (aunque gracias a Dios no fue por mucho tiempo), mi mama fue invitada a un grupo de casa de una iglesia cristiana, a la vuelta de nuestra casa. Comenzó a ir con frecuencia e invitarme, a lo que yo lógicamente me oponía, pero si Dios llama no hay escapatoria y gracias a Él que es así.
Una noche tuve un sueño que me perturbó mucho, en el sueño corría porque un hombre me buscaba, me daba miedo y al mismo tiempo paz, era una sensación súper extraña; no podía ver su rostro porque era muy brillante, solo recuerdo que llegué a un momento donde me detuve y estaba en un jardín de rosas color lila, aquel hombre me dio un botón de rosa y al momento que yo lo tomé en la mano la rosa en segundos creció y se marchitó; me dijo así va tu vida; busca de Dios, busca de mi.
Puede que suene extraño pero esa es mi historia, tal y como sucedió, recuerdo haberle contado a mi mamá mi sueño y a ella decirme acompáñame a la reunión, seguro Dios te está llamando; pero yo solo de imaginarme que tenía que vestirme diferente (idea equivocada), dejar todo lo que me gustaba, ponía cualquier excusa; esa misma semana en la reunión en la casa de los cristianos donde asistía mi mamá, contaron una historia que se llamaba las flores muertas y no la contaré para no hacer tan extenso mi relato; pero era muy semejante a lo que yo soñé. Mi madre al escucharlo recordó mi sueño y me dijo definitivamente tienes que venir; ya no tenía excusa, le prometí ir y lo hice. Ese día hablaron de la vanidad de las cosas sin importancia en las cuales desperdiciamos la vida, ese mensaje llegó a mi alma, era un joven quien lo compartía. Algo más que me sorprendió.
Dios puso en mí el deseo de ir a la iglesia, quería saber más (Filipenses 2:13). Así que comencé a asistir y cada día, la Palabra de Dios me parecía sorprendente. Poco tiempo después caí, como la parábola del sembrador enseña en los pedregales y las dificultades me apagaron, la falta de una real conversión, me llevaron a seguir en mi pecado. Pero en los planes de Dios estaba el traerme a Francia, otra cosa más que me muestra su Soberanía.
Un tiempo después de llegar a Francia, después de una desilusión amorosa y muchas cosas que arrastraba, me invitaron a una iglesia; Dios dejó ese hambre en mi corazón que me llamaba a buscarlo, comencé a asistir y comprometerme con Dios, con su Palabra y la iglesia, mi crecimiento fue muy lento, ya hablé de esto en otro de mis escritos, pero Dios ha sido paciente conmigo; siempre hubo personas que me llevaron a Cristo, una de ellas es mi esposo, quien pacientemente me hablaba del evangelio y diariamente me compartía versículos bíblicos en los primeros años, era el único lugar donde necesitaba afirmar mi fe: la palabra de Dios.
Poco a poco la palabra comenzó a ser prosperada en mi corazón; Dios me otorgó su Gracia y Salvación. No hay otro lugar mejor donde podría estar que en los brazos de mi buen Padre, ahora soy su hija, coheredera con Cristo. Dios preparó toda mi historia y aun sigue escribiendo en ella. Era hija de desobediencia, pero Dios que es rico en misericordia por causa de su gran amor con que nos amó, nos quiso salvar por voluntad propia, este es el regalo más grande que he recibido, no tengo ningún mérito de ello ¡SOY PERDONADA! No sé si en algún momento te has sentido sin valor, o tratando de encontrarlo en lugares equivocados, hundiéndote más en la desesperanza… déjame darte una gran noticia ¡Cristo es nuestra única Esperanza! Corre a los brazos del Buen Padre, que te perdona y te da vida en abundancia. No es fácil, pero si Él está de nuestro lado la carga es ligera.
No sé cuánto tiempo me quede de vida, quién puede saberlo; pero algo que trae paz a mi corazón es que Dios sigue obrando en mí, su fin es conformarme a la imagen de su hijo amado Jesucristo, y créanme todavía estoy lejos de ello; pero me goza saber que es el plan de Dios y lo llevará a cabo hasta el final.
Te animo a aferrarte a su verdad, a buscarlo sin cesar y vivir cada día para dar Gloria a su Nombre, por lo menos a intentarlo. Me encanta una frase de John Newton que resume la vida de los redimidos: “No soy lo que debo ser, tampoco lo que quiero ser, pero por Gracia de Dios, no soy lo que solía ser, Bendita Gracia.”
Andrea Reyes de Vasquez