Contentamiento

Pero gran ganancia; es la piedad acompañada de contentamiento; Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.

1 Timoteo 6:6-8

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Una de las luchas más frecuentes en el corazón es el descontento, ya sea por lo que no tenemos; por la situación difícil en la que nos encontramos; por el trabajo que soñamos y no alcanzamos, la familia perfecta, que no es perfecta; la casa de los sueños, que solo está en ellos; una cuenta bancaria ilimitada, etc. Los ideales o ídolos que se van haciendo cada vez más pesados. Somos tendentes a la queja y a la autocompasión, olvidamos fácilmente que el corazón es engañoso, y que Dios a sus hijos nos llama a tener contentamiento en medio de las dificultades.

¿Qué es tener contentamiento?

Es tener paz y gozo en medio de situaciones difíciles, es entregarle a Dios el completo control de nuestras vidas y descansar en su Soberanía, es creer que lo que Él permite en nuestras vidas es por nuestro bien ya que a través de estas situaciones nuestra dependencia de Dios crece, nuestra vida de oración aumenta, y poco a poco la imagen de Cristo se va forjando en nuestros corazones.

Algo que hablo a mi corazón constantemente es cuál es el motivo real del porqué quiero o hago las cosas; siempre recuerdo mi profesor del instituto bíblico, que nos decía, puede parecer bueno, pero si la intención no lo es, es pecado y yo añadí, un pecado disfrazado, ya que muchas veces hasta para nosotros mismos pasa desapercibido. 

¿Qué es lo que motiva nuestro corazón? El servicio, la abnegación, el dar la vida por los demás como Cristo, para dejar huellas del evangelio en las personas a nuestro alrededor; o estamos pensando egoístamente en los deseos de nuestro corazón pecaminoso, trayendo queja y muchas veces amargura, que no solo nos afecta a nosotros, sino que afecta a quienes nos rodean, y solo hasta que estamos pasando por situaciones que nos sacuden nos damos cuenta del verdadero enfoque que debemos tener y seguro no es en nosotros mismos, mucho menos en algo material. 

La biblia nos dice en 2 Corintios 4:17-18 “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros cada vez más excelente y eterno peso de gloria, no mirando nosotros las cosas que se ven sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”

Teniendo en cuenta este pasaje nuestros corazones deben tomar ánimo y enfocarse en lo que si vale pena, vivir para Cristo, hacer tesoros en la eternidad; sabemos que Cristo ya pagó nuestra deuda, no necesitamos hacer nada para recibir la justificación que en Cristo tenemos, pero en respuesta a ello, sí debemos vivir una vida piadosa, que agrade a Dios y lleve a otros al conocimiento de esta buena noticia.

Hace poco mi vida fue sacudida, sin embargo solo he visto la mano de mi buen Padre celestial cuidándonos. La noche del 4 de abril hubo un gran incendio en mi edificio, exactamente en el apartamento de enfrente, gracias a Dios no hubo pérdidas humanas, pero sí materiales, por gracia de Dios estamos vivos después de pasar entre las llamas ¡no hay palabras para agradecer a Dios su cuidado! 

Como mi corazón tiende a la queja, por un momento tuve que enfocarme, si no es fácil para nadie, quedarte con la ropa que tienes puesta, quedarte sin casa, perder el trabajo que “te sostiene” aunque se sepa que es temporalmente, perder un ser querido, directamente viene a nuestra mente el ¿por qué Dios? Nos cegamos por la desesperación y la tristeza que no nos deja ver la mano de Dios en todo este proceso. 

Algo que repito muy a menudo en mis escritos es esta verdad: Dios quiere conformarte a la imagen de Cristo y para ello debemos recordar que estamos en manos del gran alfarero y solo somos barro, cada una de esas situaciones solo nos gritan que no pertenecemos aquí, nuestra ciudadanía es celestial, todo en esta tierra es pasajero; no tiene nada de malo el querer progresar y adquirir comodidades materiales, pero si es malo que esto tome tanta importancia en nuestras vidas que si no las tenemos haya queja, o por el contrario si las tenemos nos olvidemos de Dios y no compartamos con otros. 

Así que mi hermana si en este momento tu vida es sacudida, por la pérdida de un trabajo, de una casa, de bienes materiales, la pérdida de un ser querido, enfoca tu corazón a esta verdad, todo es pasajero, la prueba produce paciencia, lo más difícil para el hombre ya lo tenemos en Cristo que es la vida eterna, entonces en lugar de quejarte en tu corazón, pregunta a Dios para qué te permite esta prueba, no pienses en el por qué sino en el para qué, piensa siempre en el propósito ¡todo ayuda para bien a los que estamos en Cristo! (Romanos 8:28).

Llénate con su palabra, para que tu corazón tome ánimo, ora, ora y ora, aunque no sientas ganas, no vivimos de sentimientos sino de convicciones, recuerda cuán bueno ha sido Dios, Él es fiel, sus promesas se cumplen, Él es digno de confianza, no permitas que la queja y el descontento te alejen del propósito del Señor y aprende la lección completa de esta dificultad, seguramente no es ni será la primera, pero como dice el versículo de referencia, gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento.

Andrea Reyes de Vasquez.

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